martes, 4 de enero de 2022

 Palabra de Mujer: Memoria y Futuro 

Si hay algo que desde muy temprano en mi vida me quedó claro, es que siempre me sentí feliz y cómoda en mi cuerpo de mujer. Creo que en parte fue porque mis padres tuvieron solo hijas y no hubo diferencias de educación entre distintos sexos, ni roles que en la vida diaria no pudiéramos ejercer por nuestra condición biológica. Una familia atípica en el sentido de que mi madre tampoco cocinaba, ni hacía el aseo; sí contaba con ayuda especializada, la empleada doméstica. Una familia sureña de clase media, de estructura patriarcal por el contexto (primera mitad del siglo XX). No obstante, en algunos aspectos eran más abiertos que otros matrimonios que conocía (padres de mis amigas). 

Ambos trabajaron fuera, pero solo uno era el que mandaba: mi padre. Pero en los episodios dolorosos, que en noches sombrías escuchamos, me quedo con el llanto de nuestra madre y el discurso en la voz gruesa de mi padre, retándola. Desde el dormitorio de hijas mayores no era posible escuchar el contenido de su perorata. La brutalidad de distintos tipos: golpes cuando la rabia lo descomponía, aunque no era alcohólico, y la sexual, seguramente, porque nunca vi ni un dejo de amor de pareja o pasión entre ellos. Por eso me prometí que nadie me haría lo mismo ni a mi cuerpo ni a mi alma, y supliqué a mi madre que lo dejara, cuando me contó que mi padre tenía una amante por una carta que le había encontrado... A lo que mi madre me respondió que no podía, porque, ¿qué sería de nosotras...? Y así siguieron hasta su muerte: juntos en todo, en perfecta inequidad e infelicidad. Ante mis ojos, al menos. 

Otra forma de violencia, más soterrada, pero igual de dañina, la sufrí y participé en ella. Casada y profesora, con una pequeña hija, se me hacía difícil seguir con mi libertad de siempre. Por eso, una mañana, en que me había esmerado en el aseo y la comida, aún a riesgo de no alcanzar a preparar la clase que debía realizar por la tarde, discutí con mi esposo porque no apreciaba mis esfuerzos al dejar a un lado mis macros resultados culinarios con un gesto de desdén. Decidí en el momento que era hora de parar carros antes que se viniera lo que ya conocía desde mi infancia temprana. Entonces le di una bofetada recriminándolo por su desprecio y molestia a mis esfuerzos por transformarme en una “buena dueña de casa”, y que se enterara de que mis labores eran voluntarias y de ningún modo mi oficio obligado, ya que las ejecutaba porque no había otra alternativa ya que él siempre estaba ocupado haciendo la revolución a la que todos aportábamos. Después de lo cual se hizo un silencio espeso y sin apuro pronunció lo siguiente: “Puesto que somos iguales, te devuelvo tu bofetada…”. Y sin más dilación dejó caer con mediana fuerza en mi mejilla su manota abierta. Y hasta ahí llegó la cosa. 

No fue el dolor sino su argumento el que me habitó durante ese día hasta comprender que era otra forma de lucha la que se venía y consideré oportuno incluirla para siempre en mis afanes de cambio de mundo y me hice feminista, no militante sino observante consciente. Reflexión: Respecto a estos retazos de memoria, considero que la lucha continúa contra el poder del patriarcado y el dominio de una sociedad que permanece de muchas maneras en la misma lógica. Sistemas, como el capitalismo, máquina que succiona todo en su fabricar riquezas para algunos y transformar en basura todo lo demás, sustentado en el aprovechamiento y trato degradado a sus disposiciones y metas a mujeres, indígenas, niños, negros, migrantes etc., parte de la materia prima que necesita para continuar en su lógica de fabricación de poder y riqueza. Machismo e inequidad, como prácticas, le dan sustento a pesar de los progresos y ajustes en el trabajo diario del cohabitar nuestra actual sociedad con aspiraciones a igualdad de derechos en perspectiva de una sociedad futura, justa y equitativa. Y, aunque la educación ya marcó nuestras rutas -se reconocen los esfuerzos y avances, en gran parte logrados gracias al desarrollo del pensamiento y mirada desde el feminismo, donde el análisis adquiere solidez y se hace visible la profunda necesidad de construcción de una nueva sociedad; una donde no haya hegemonías, en la que todos seamos distintos, pero iguales en derechos y en el trabajo colectivo de reconocernos y aquilatarnos.

El feminismo, como forma de lucha y desarrollo de conciencia de género ha sido en gran parte la respuesta, por cuanto aporta el concepto de “construir en equidad” el mundo que necesitamos comprender y seguir habitando. Paradigma al que postulamos porque nos permite aportar a una construcción y democracia humana, de futuro sustentado en respeto e inclusión y en derechos de todos los seres vivos, más acá y más allá de nuestro hogar: la madre tierra.

Enero 2022, en un país que avanza a zancadas de esperanzas, ciertas.









martes, 2 de junio de 2015

TERRAL (POEMA)


I

Sorpresivo y fatal como pisada de caballo en flor de cerro

roja añañuca mutilada Aliento del valle

susurro de sangre marisma de labios mordisco de arena mirada de beduino

en mis hombros sutiles Caracol de tus manos interior regocijado Eres

viento del Elqui calcinado



II

Terral

de mi tiempo


parietal estampida


luz sombra





Calles vacías adobes en silencio hueco de la mano soplando alas Mariposas derruidas Desprendimiento

nacido de resuma leve tierra húmeda resolana ardiente

Inti que yace estático yo en el cenit

apenas un vaho corona el aire


mínima morada amalgama de pedruscos hierbas pisadas de madera



III

Terral

Ha unos minutos

y ya abarca el sendero arremolina la greda trepa el molle

lame el chañar





Ya baila

en la corriente del río

Ya visita

las viejas familias del valle

su hojarasca



IV

Terral

polvo gastado

de recuerdos onerosos fratricidas derrotas mantos de la madre caídos

Hijos desnudos remolino a merced del golpe bofetada

arena





Madre tú de mí soplas apenas

desde una tierra de acelgas pequeñas ráfagas

apenas partículas caricias de tus ojitos rasgados

desde tu infinita

levitud

china del norte recién llegada



V

Terral

recorrer contigo

buscar las hebras del chal disipadas entre

ramas secas

y recodo de río entre guijarros donde se rompieron los silencios

Y cada palabra fue habida crianza presagio




El hijo

breva madura danza interrumpida paso de animales Estampida



VI

En los árboles secos del tranque

agua que asesinó sus frutos Flamean las hebras derrotadas





Allí

cogerlas tejerlas

Y sonido del tiempo





Chal del valle Terral del hombre





Acunarlas