miércoles, 23 de julio de 2008

Presentacion del libro Duramadre


INTRODUCCIÓN: EL ARTEFACTO – TRADICIÓN (SWIFT) – BIBLIOGRAFÍA Y TRAYECTORIA LITERARIA – CUBIERTA – ILUSTRACIÓN – RELACIÓN DE LA TEMÁTICA DEL LIBRO – DEDICATORIA – EPÍGRAFE.


Guido Mutis

El dibujo de Estrada Gómez, que ilustra la portada de Duramadre, libro de poemas de Heddy Navarro Harris, ya había aparecido en el volumen 4 de Palabra de Mujer, revista de abierta índole feminista dirigida por Heddy, y con colaboraciones suyas y de otros escritores. El dibujo nos muestra una Eva aparentemente ya caída, atada a un fálico árbol por una serpiente. Su mano derecha cubre pudorosamente su pecho izquierdo mientras mira melancólicamente hacia sus rodillas levantadas y cubiertas por una gruesa tela. A sus pies, se puede ver una calavera (símbolo, supongo, del conocimiento ganado a raíz de, como consecuencia de, esta caída) y otra serpiente, al parecer una cobra, erguida. La mano izquierda se apoya en la tierra, al lado derecho, cerca de una copa (¿el licor de la amargura?, como dice la canción española Zambra de la madrugá). La elección de esta ilustración, pienso, no es gratuita, y el contenido de los poemas me confirma esta percepción inicial, abducida por la sola observación del libro como objeto, como artefacto físico que puede atraer al lector, invitarlo a explorar el contenido, si su presentación es atractiva, o alejarlo hacia otros textos si la presentación no es invitadora, y si se llega al libro sin ninguna referencia previa de su creador o creadora.
La contratapa nos entrega alguna in formación sobre la autora que cito:

Cita: (antecedentes de autora, libros publicados)

Luego ya, en el interior del libro, se nos presenta el título completo: Cantos de la Duramadre, poesía de Heddy Navarro Harris, que nos entrega más información sobre lo que vendrá. Sabemos ahora que son “cantos” los que leeremos. El epígrafe de Canto de mi mismo de Walt Witman, que nos entrega la página siguiente, nos orienta hacia la intención de la autora. La cita dice:

Soy el poeta de la mujer y el poeta del hombre,
Y digo que es tan grande ser hombre como ser mujer.
Y que nada es tan grande como ser la madre de los hombres.


Sabemos ahora que es sobre esta madre que nos va a cantar la poetisa. Nos va a cantar sobre esta Eva universal, real, simbólica; invitándonos a hacer un paralelo con el gran poeta norteamericano.
La página siguiente nos entrega la dedicatoria: A ti dondequiera que estés. La escritora juega aquí con la ambigüedad, y nos permite apoderarnos de esta dedicatoria. Si no es la persona amada, ¿será, entonces, el lector ideal? ¿Ese “lecteur hipocrite” y cómplice del que nos habla Baudelaire, o ese lector ideal implícito que va “escuchar” y entender nuestros cantos? Fíjense como la escritora nos invita desde el título, a agudizar otros sentidos para la lectura; en este caso la audición, que nos permitirá “oír” el contenido de sus versos, de sus “cántigas” sobre su esencia femenina.
En cuanto a los poemas mismos, a los textos, estos nos guían hacia una mirada exhaustiva de este hablante femenino, a todos sus variados aspectos, y a la presentación esencial de su “yo” femenino, - The Song of Myself, de la cual nos habla Witman en su Leaves of Grass, volumen el cual pertenece Canto a mi Mismo.
Esta exploración del alma femenina adopta un perceptible motif literario: el motivo del viaje. Se trata de un viaje exterior/interior por el camino de la vida y de la existencia, como aquel al cual la Eva bíblica se vio obligada a realizar después de haber sido castigada y expulsada del paraíso por haber comido del fruto prohibido y haber ganado conocimiento del bien y del mal. Se trata aquí, al mismo tiempo, de recuperarla, de volverla a integrar a su legítimo lugar en el mundo.
Este viaje, o mejor aun, estos cantos que muestran las etapas recorridas durante este viaje, se inicia con sus orígenes y constituyen una imploración al cosmos, y una expresión del cansancio siguiente:

Manos abiertas
a implorarte
cosmos
…………….
Mis rodillas
Agitadas de recorrer islas
Lamen la piedra

Me sumerjo
rotunda
Mis muslos perciben
rumores de peces
huidas repentinas
……………………

Vuelo
Algún pájaro
Esquiva mi paso
Pero en las estrelas
Presiento
Un murmullo de vida
Interrumpida.


De nuevo se nos invita a “oír” ‘el murmullo’. Esta apelación a todos nuestros sentidos se da repetidamente en los textos que constituyen el libro, como lo hacen también algunas imágenes que dan unidad y profundidad a estos ‘cantos’. El agua, por ejemplo, con todas las posibilidades simbólicas que conlleva, juega un rol crucial en los procesos descritos en los poemas, en este viaje que incluye una mirada al mundo ritual de la mujer. Y todo opera aquí con el principio de Hermes Trismegistos, “Así como es arriba, así es abajo.”

Hay también oposiciones entre el mundo femenino y el masculino, sugeridas por diversos símbolos (árboles, mástil, serpientes, entre otros) de obvia connotación fálica. Este enfrentamiento no deja fuera ciertas imágenes de agresividad masculina: de “ultrajes” que es necesario coser o remendar con sólo los dedos (Canto triste imaginado).
Otras imágenes poderosas que ilustran este viaje poético y vital, incluyen procesos de muerte y resurrección, de retornos a los orígenes, a la vida (óvulos preñados) (Peces encajados), soplo vital, vuelo, infinitud, semillas, sonidos de vida, de paz y reconciliación, calor, luz; referencias al fuego que completan la asociación con los cuatro elementos; maternidad, niños, vida, hogar, familia y, finalmente, como culminación del viaje, imágenes de integración (Poema Todo y una, por ejemplo).

Olvidaba señalar, que el texto está dividido en cinco secciones: Duramadre (con su siguiente epígrafe, “Un mundo me ve, el más grande todos los mundos. Yo”); Rutina de la Sangre, (y con el siguiente epígrafe: “Lo mejor del tiempo y del espacio es mío/ del tiempo y del espacio que nunca se han medido,/ del tiempo y del espacio que nadie medirá…”); Yo: la Infinita (con el siguiente epígrafe: “un minuto y una gota de mi mismo / sosiegan mi espíritu…”), está constituida de 7 textos de variadas longitudes; la sección siguiente, Todo y una (“ cualquiera que seas, poso sobre ti / mi mano para que seas mi poema… “), es un solo y largo texto; y la última sección Exaltación del Silencio, establece con su epígrafe – “Creo que una hoja de hierba es tan perfecta / como la jornada sideral de las estrellas …” la relación metafísica con la que concluye el viaje, que l estilo de un rapsoda antiguo, nos ha “cantado” este hablante femenino. El vije se nos revela así, en sus diferentes etapas y momentos, en forma paralela al recorrido whitmaniano.

La etapa final, aparte de las imágenes de integración ya mencionadas en relación a Todo y Una, nos muestra otras partes de este largo proceso y, especialmente, la etapa del ascenso y realización:

… ascendemos
Desde la roca profunda

Ascendemos al nivel de “las nubes pasajeras”, nos movemos entre “trinos” de “pájaros inocentes”, percibimos “un hogar imposible”, y “en medio de la nada” sólo existe más que” Todo y Una”, se da squí un desprendimiento y alejamiento de “cualquier vestigio de vida” anterior, hay purificación por el fuego, huesos, de reconstitución, de desplazamientos hacia una nueva etapa. Hay un re-encuentro con el agua (“el lago profundo”), donde el cuerpo se redime, y emerge sola “apenas latido y salobre / Todo” Se da aquí una identificación total con el cosmos, con la vida, con todas las criaturas, con flores, con aromas. El poema abunda en imágenes de unidad, de totalidad.

La última sección del libro Exaltación del Silencio, nos anuncia un nuevo día (la aurora), donde esta Eva eterna ve y siente todo. Es una visión gestáltica, comparable con la que nos da Wordswordth al final de su largo poema autobiográfico. The Prelude.

Para concluir, este viaje, que Jung describiría como un proceso de “individuación”, nos ha llevado al interior de esta voz femenina que explora su esencia, su constitución física, psicológica y emocional, su relación con el mundo y todo lo que este encierra; con el universo entero dentro del cual se mueve y “canta”. El final me recuerda la carta El Mundo, la carta XXI del Arcano Mayor del Tarot que apunta a la etapa final del ciclo constante de la existencia humana que se repite eternamente, igual pero siempre diferente.
Este es texto que afecta profundamente y transforma al “lector hipócrita”, le permite también, como sucede con todas las experiencias profundas, enriquecer también su psique.
Un lector más preparado percibiría además aspectos que no he mencionado y que tienen que ver con la expresión poética misma: juegos aliterativos, polisémicos, asociativos, y por supuesto, la música misma de los textos son los cuales, por muy fundamental que sea la experiencia, no hay poesía.


Guido Mutis Carrasco

Viernes 1 de diciembre, 2006.